miércoles, 7 de marzo de 2012

El Origen de Tlaltipac


   Con el paso de los años, los sacerdotes y chamanes Mexicatl dieron por sentado que la raza era producto de un poder superior y divino, y al interactuar con los otros habitantes de Tlaltipac, formularon el origen no solo de su raza, sino del  mundo entero.
    Se dice que antes de que el tiempo fuera tiempo, solo existía el Lago del Todo, que había sido vertido dentro de un enorme caldero por el Señor del Todo, Ometeotl. Al batir el trasto, las chispas que se formaban por la fuerza de Ometeotl creaban mundos, que aunque carecían de vida, habían despertado la curiosidad del Señor del Todo. Batió tan fuerte que empezaron a surgir estrellas cada vez más y más pequeñas, arremolinándose por todo el caldero. En su afán, Ometeotl golpeó el fondo del caldero, de donde brotó una estrella diferente en forma y color. Era esmeralda, brillante y hermosa. La curiosidad atrajo al Señor del Todo a tomarla y cuando hundió la mano en el espeso líquido negro, surgió la vida.
   De la estrella esmeralda surgió un ser, tan vivo y hambriento como el  vacío mismo. Su enorme cuerpo lo cubría todo y de cada extremidad surgían furiosas bocas con la ansiedad de devorar, destrozar y masticar. Ometeotl, al sentir la potente mordisco de la criatura, rápidamente retiró la mano del caldero temeroso de perderla ante tal ser. Observó entonces su mano y notó que sus dedos ya no eran dedos, sino  Dioses. Sin saber cómo o por qué, ordenó a los Dioses que tranquilizaran a la criatura y recuperaran la estrella esmeralda antes de que aquella cosa se la comiera. Los Dioses bajaron a la estrella y notaron que había sido inundada por la saliva de la bestia, creando un salado e infinito mar en el que nadaba buscando algo que comer. Los Dioses buscaron las extremidades de la criatura y se asieron con una brutal fuerza a ellas, jalando y peleando para sacarla de las aguas. Mientras que Tezcatlipoca la sujetaba y la obligaba a descender y ahogarse,  Quetzalcoatl quería proyectarla hacia las estrellas; y así la criatura se partió por la mitad. Mientras que una mitad formaba la tierra, la otra mitad formó al cielo.
   Al retornar los Dioses con el Señor del Todo, vio horrorizado como la estrella esmeralda estaba cubierta con el cuerpo y la sangre de la criatura. Los Dioses habían creado la muerte y no eran dignos de volver con Ometeotl. “Deben pagar tributo a lo que han creado” dijo, “otórguenle su sacrificio para preservar la vida que ustedes han extinguido.”
    Los Dioses, avergonzados por lo que habían hecho, le concedieron a la tierra creada sus dones. Hicieron que sus cabellos se convirtieran en pasto, árboles y flores; sus bocas se convirtieron en cuevas, pozos y túneles; su piel se convirtió en valles y montañas. Y de su sangre surgió el Hombre.

2 comentarios:

  1. Se parece un tanto a la historia de cómo al partir a Tiamat en dos, se creó la tierra y el cielo, esto según la leyenda de Enûma Elish.

    Pero el diluvio también es narrado por muchas culturas, el propio Popol Vuh se parece a la biblia.

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    1. De hecho existen muchas conexiones y similitudes entre demasiadas religiones, es por eso que en el mismo mito se ha especulado que al inicio de los tiempos, los pueblos compartieron una sola cultura... pero en fin, ese no es el punto...
      Gracias, sigue comentando! :D

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